Sir Fernández del condado de alicante dio un traspié. El malvado dragón mañoso había utilizado sus artimañas para detener su avancee y el noble caballero cayó al suelo. El temible sir da silva alzó su espada, sin duda con una sonrisa victoriosa tras su yelmo escamoso. Pero cuando estaba a punto de darle el golpe de gracia, el conde de alicante levantó su fiel escudo, aquel que jamás se había doblegado. El resonar de acero contra acero cubrió todo el campo de batalla. Sir Fernández se alzó, presto a seguir combatiendo a su enemigo ancestral


Masa el valiente sir Fernández, cuyo brazo flaqueaba tras detener tan poderoso golpe y su mente se encontraba nublada por los embates del dragón, poco pudo hacer cuando Germán, el hada de los bosques, lo abordó por detrás. Sucumbió rápidamente a su hechizo y, bajo el aarrullo de una canción que solo el podía oír, cerró sus ojos sumido en un sueño fatal. Y nunca más los abrió pues, aprovechando ese momento de debilidad, sir da silva, con un portentoso tajo, separó la cabeza del conde alicantino de su cuerpo


Aprovechando la confusión y, maldiciendo internamente la caída del caballero que lo había contratado, J el apuñalador logró ocultarse en las sombras y undir una de sus dagas en la espalda del hada de los bosques, causándole un terrible dolor. Mas no fue suficiente para acabar con el escurridizo Germán quien, aún con una herida fatal, fue capaz de alertar al dragón mañoso, quien atrapó al apuñalador con sus artes mentales. Viéndolo a su merced, sir da silva lo destripó con un gélido tajo vertical que esparció sus intestinos por el lugar. J no apuñalaría a nadie más

Ah, y después lo reventaron a facu. Pero eso no es importante